lunes, junio 13, 2011

40.

San Antonio, ¡échale ganitas!

Hoy es día de San Antonio de Padua. Al contrario del mitote (de enorme mito, no de guateque con sicotrópicos involucrados) que pensé que era pedirle novio, marido, señor, amante, ligue, besos, asunto, ondita y demás; nunca supe hasta dónde llega la devoción para este santo hasta que fui con una amiga el año pasado a "verlo".

Es mágico. Nunca vi tantos ojos ponerse blancos de ganas que le ponen las mujeres al rezarle. No importa físico, condición social, nivel de estudios o nivel de urgencia; siempre hay iglesia llena cuando es día de San Antonio.

Y la cosa es que le siguen pidiendo al "hombre ideal". Le siguen pidiendo al "príncipe azul". 

Yo tengo una cosa o dos preguntas sobre el príncipe azul:

1. ¿Por qué pedir príncipes si nomás se casan con princesas?
2. ¡Quién me garantiza que el mentado pelado no se convertirá en sapo?

O sea, básicamente no le piden novio a San Antonio. Le piden ser Cenicienta. Qué petición más egoísta.

Finalmente, el mentado "príncipe azul", quien además es un patán hijo de mami, se va a fijar en la más fácil para acostarse, en la más fea para trepar de posición y en la más mensa para ser su esposa. 

Yo declaro que no soy ni fácil, ni fea y mucho menos soy mensa. Por lo que a mí el mugre príncipe azul me tiene sin el menor cuidado. Quiero un hombre, pareja, compañero. Que venga en el paquete que sea pero que tenga las pequeñas cualidades -recalco: pequeñas- que mi muy difícil temperamento y situación de vida me permiten pedir.

No comemos con pajaritos y no vendrán los animales del campo a subirnos el cierre del vestido. A mí ninguna rata me pondrá una pata en el cabello para enlazarme un moño. Y nunca permitiré que un zapato me escoja novio.

Hoy no le pediré un príncipe a San Antonio. Nada más lo pondré de cabeza para ayudarme a distinguir a los sapos in disguise que pululan y con los que me he topado durante toda mi vida adulta. ¡San Antonio de Padua, échale ganitas!

1 comentario:

Raquel Ruiz Angeles dijo...

Me encanta tu reflexión, yo le pediré lo mismo a San Antonio