Existo...Bueno,
todavía. Y como van las cosas, probablemente escriba más seguido. Igual y hasta
bloggeo de tiempo completo.
Tengo una tendencia al despido injustificado últimamente. Se dice que mis compañeros y yo
"nos quejamos por todo". O sea, porque no nos gusta la nota sobre
"Está comprobado que el estornudo causa cáncer en los vellos del brazo derecho. Busca a un especialista que nos hable del tema. Nota con sondeo". O porque uno no sabe que
la corresponsal en Tehuacán
SOLO cubre eso: Tehuacán. Las juntas auxiliares de ese municipio ya me corresponden a mí. (Olvidé leer el memo donde se nos anunciaba su meteórico ascenso a "corresponsal nacional", lo que la convertía de facto en una diva marca Lupita D'Alessio)
O porque reclamo cuando tengo que hacer un enlace de
"un minuto" pero me dejan
esperando 40 antes de pasarme al aire. "Hay, qué manchada soy. Pobrecitos productores. No se les vaya a ir quedando la nota #999 del Chelís".
La última es que mi jefe, y sin tomar, ya de plano le dijo a asistentes, practicantes y pseudoacompañantes que
"mientras más me queje, peor me va a ir". Me río al pensar que mañana, irónicamente, me encagará una nota sobre
"acoso laboral" o
mobbing. Se burlará de lo obvio en mi cara y me dirá (como siempre):
así es ESTA chamba.Y la verdad, como dice la canción:
¿Y todo para qué?No es que esté manteniendo a 3 niños en escuela de paga. Pague letras de casa (¡ja!
¿Yo, INFONAVIT?) o deba a algún ajiotista.
Ahora comprendo a una de mis amigas que siempre dice:
"Que un marido me saque de trabajar"Tan padrísimo que se ven las ñoras en su
mamávan.